Cuando hacía esas declaraciones, hablaba con orgullo de la hamburguesa de dos kilos que sirve los martes y jueves a los «valientes» que se proponen meterse entre pecho y espalda ese suculento plato en el tiempo récord de 40 minutos. «Lo hacemos al estilo de ese programa de la tele que se llama Crónicas Carnívoras, aunque en nuestro caso utilizamos un kilo de carne de cerdo y ternera elaborada por nosotros mismos, nada de precocinados».
El día que algún alumno consiga terminar la hamburguesa en solitario será premiado con cinco litros de cerveza gratis, pero hasta el momento nadie lo ha conseguido.
Este jueves, hubo dos que lograron dar fin a la hamburguesa, pero el mérito era menor porque «tan sólo tuvieron que comerse un kilo por cabeza».
Algo parecido ocurrió con el bocadillo de 20 metros. El relleno desapareció, salvo algunas rodajas de tomate, pero hubo algunos estudiantes que no terminaron el pan. Aún así, no renunciaron al barril que les habían prometido en caso de éxito y decidieron pagarlo de su bolsillo -un euro por estudiante- para saciar la sed que les había dejado el pan.
El reto tendrá que esperar, pero en la cafetería de la Rucab están satisfechos con el resultado conseguido. La prueba que se puso a los universitarios sólo era una excusa para fomentar el compañerismo entre los residentes, un objetivo que se consiguió con creces. «Estas actividades están bien, pero aquí también apostamos por otras cosas que son importantes. Ahora estamos haciendo una recogida de alimentos para la ONG El Arca de Noé. Se trata de disfrutar y colaborar con quienes más lo necesitan», concluye Pedro Méndez.